La historia de Pontevedra está inseparablemente ligada a la del puente del Burgo. Sus viejos restos romanos, “Ponte Veteri” dieron nombre a la ciudad. Esta infraestructura es todo un símbolo de la ciudad y forma parte de su escudo. La pista más antigua en referencia al pasado romano de este puente es el miliario de Adriano, datado en el año 134, utilizado para dar continuidad a la vía XIX. El deterioro de este puente habría dado paso a su nueva construcción en el siglo XII.

El puente del Burgo experimentó muchos cambios a lo largo de su historia. Aunque en la actualidad dispone de once arcos de medio punto, unas excavaciones realizadas en el 2006 descubrieron otros cuatro arcos que se encontraban enterrados.

Desde el siglo XVI se sucedieron varias reformas, debido entre otras cosas al deterioro del puente y a una gran riada que casi se lo lleva por delante; también se ensanchó a mediados del siglo XX, dando lugar a su aspecto actual. La última reforma ha convertido al del Burgo en un puente peatonal para el disfrute de peatones y ciclistas. Su iluminación incluye un conjunto de luces led que iluminan el tramo del Camino de Santiago, además de los juegos de luces que realzan sus arcos. Todos los días se puede contemplar este espectáculo de luces, en otoño e invierno se lleva a cabo a las 20:00 horas, en primavera y verano a las 23:00 horas.

Siguiendo el curso del río, hacia la Illa das Esculturas, se encuentra otro de los puentes más representativos de la ciudad, que además marcó un punto de inflexión en la arquitectura de la ciudad al presentar un moderno y singular diseño, el puente de los Tirantes.

Leonardo Fernández Troyano y Javier Manterola dejaron su impronta en esta obra que marcó una nueva estética en la ciudad en 1995. La estructura cuenta con una torre de hormigón de 63 metros de altura de la que parten un total de 17 pares de tirantes, que sujetan el tablero y se apoyan en dos bases de hormigón. Estas bases actúan a modo de contrapeso equilibrando los esfuerzos de la torre. Cuando la noche cae sobre el río Lérez, la iluminación del puente permite ver su reflejo en las aguas del río, una magnífica imagen para completar una interesante jornada en la ciudad de Pontevedra.

Es el “gran puente” más nuevo de la ciudad, construido en 2012 y elegido por ciudadanos y expertos a través de un concurso abierto.

En su diseño se combina la estética y la funcionalidad, pues cuenta con una combinación de plataformas para los distintos tráficos: cuatro carriles para coches, uno para bici y dos peatonales cubiertos de vidrio.

Además, los pasos peatonales de Domingo de Fontán y Urugay tienen continuación debajo del puente y permiten observar el río a través de los paneles de metacrilato.

Su estética destaca por las formas sencillas, mayormente curvas, que le dan a este puente una especial belleza y personalidad. Su tipología es de arco, para estar en consonancia con los puentes vecinos de A Barca y O Burgo. Cabe destacar que no interfiere en el curso del río, ya que los apoyos que lo sustentan se encuentran en los márgenes del mismo.

En cuanto a su iluminación, aunque es blanca la mayor parte del tiempo, el puente de las Corrientes se suma durante 5 minutos cada noche al espectáculo de luces de colores que se realiza en el puente de O Burgo, por lo que muestran un aspecto similar.

Como su propio nombre indica se trata de un puente solo para personas, de reducido tamaño pero cuidado diseño. Este puente, ubicado en la Illa do Cobo, fue diseñado por el ingeniero Hugo Corres.

El tablón de la pasarela, con forma curva, permite el paso a pequeñas embarcaciones. En lo que respecta a su iluminación, esta es más estática y suave, ya que se encuentra en una zona más natural y protegida del río. Los tirantes cuentan con iluminación por cordones LED, y el arco con proyectores, que facilitan el paso a los transeúntes.